2 Corintios 4:7 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros.
Difícilmente existe un contraste mayor que el que se muestra al llevar un montón de brillante oro puro en una vasija de barro común. Es el contraste que emplean las Escrituras para enfatizar el gran valor de la gracia de Dios, comparándola con nuestra falta de valor como recipientes suyos. Llevamos inescrutables riquezas, pero, al hacerlo, no somos más que vasos de barro.
Se nos recuerda esto para que podamos atesorar la humildad y dar gloria solamente a Dios, o, como dice el apóstol, “para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”. Sin embargo, al mismo tiempo, se nos enseña que, hasta un vaso sin valor, puede ser santificado para el uso del Maestro.
Señor Cristo, en tu gracia te pido que evites el que, incluso cuando estoy más lleno con tus riquezas, me considere ser más que un receptor sin valor. Haz que, por tu gracia, me convierta en un vaso para honra, santificado para el uso del Maestro y preparado para toda buena obra, para alabanza de tu santo Nombre.
-Lord Kinloch
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